Un grupo de jóvenes activistas está ganando popularidad en el país al realizar protestas sin sostén, en las que abundan gestos con carga sexual, lemas obscenos y forcejeos con guardias y policías. A menudo, parece que el único objetivo es desvestirse.
Las activistas, bellezas esbeltas de piernas largas y con el cabello adornado con tradicionales coronas de flores ucranianas, dicen que están promoviendo los derechos de las mujeres y peleando por la democracia, pero sus críticos dicen que el grupo solamente busca la fama y que está minando la causa feminista.
“Si la sexualidad es usada para vender autos y galletitas, ¿por qué no usarla para proyectos sociales y políticos?”, preguntó Anna Hutsul, de 26 años, la líder del grupo Femen. “A veces una necesita mostrar los senos por razones ideológicas”, añadió.
Quizás no es coincidencia que Femen se originó en Ucrania, donde la Revolución Naranja de 2004 trajo una democracia caótica e hizo de las ruidosas protestas callejeras casi un pasatiempo nacional.
Nacido de una fiesta de piyamas de muchachas hace dos años, el grupo se ha vuelto un movimiento popular cuyas protestas son el tema de noticieros y blogs. Se han vuelto tan populares que Hutsul planea lanzar un partido político y presentarse a las elecciones parlamentarias.
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