Hoy por fin se anunció que dos películas sobre El hobbit se filmarán en Nueva Zelanda, como se había previsto originalmente, luego de que, convertido el asunto en un tema de Estado, el primer ministro John Key confirmara la filmación en esas tierras tras dos días de negociaciones con ejecutivos de estudios de Hollywood.
Ejecutivos de Warner Bros. y New Line Cinema lograron un acuerdo en el que se cambiarán las leyes laborales y se les dará mayores exenciones fiscales para mantener el proyecto de US$500 millones en Nueva Zelanda, luego de una disputa por el pago y las condiciones de los actores que desató la crisis la semana pasada.
Este enfrentamiento ha sido solo el último episodio de la carrera de obstáculos. Este mes, el estudio MGM, tras meses de incertidumbre, dio luz verde al rodaje, que ahora arrancará en febrero. MGM sufre pérdidas millonarias y por ello el proyecto cinematográfico ha sido una y otra vez aplazado. Además, un incendio destruyó los alamacenes donde partes de la película iba a ser filmada.
Los continuos retrasos acabaron con la paciencia del director del proyecto, el mexicano Guillermo del Toro, quien ya ha demostrado sobradamente sus dotes para el género fantástico ( El laberinto del fauno ) y que en mayo tiró la toalla. A raíz de ello el productor Jackson asumió también la dirección, como ya hizo en El señor de los anillos.
Pero antes hubo una disputa legal con los herederos de Tolkien, que querían una indemnización de los estudios de Hollywood porque, en su opinión, no recibieron el dinero suficiente por el éxito de la trilogía El señor de los anillos. Esta disputa legal obstaculizó también el trabajo con El hobbit.
Hace un año los herederos se pusieron de acuerdo con los productores sobre la indemnización. ¿Y de cuánto fue? Se desconoce la cifra. Según algunos medios la producción ahora cuesta al menos 430 millones de euros.
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