En las afueras de Johanesburgo, un grupo de 35 entrañables ancianas se viste de corto y salta a la cancha con una devoción que sorprende, en una muestra más de que la fiebre del Mundial Sudáfrica 2010 ya se vive en cada rincón del país anfitrión.
“El fútbol nos ha ayudado. Estábamos enfermas y desde que jugamos, nuestra temperatura, presión arterial y todo ha mejorado. Que Dios bendiga a quien lo inventó”, declaró, agredecida, Gogonora, la más veterana de las ‘abuelitas peloteras’. Tiene 84 años de edad y seis lesiones a cuestas.
Ellas, pese a sus limitaciones económicas, dan una pequeña cuota para comprar balones y uniformes y así continuar haciendo lo que más les gusta. Y, de paso, se mantienen saludables. El sueño de estas señoras es estar en algún estadio durante la cita mundialista del próximo año.
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