YouTube se reconcilia con la rentabilidad y los derechos de autor


Los responsables de la plataforma de vídeos on line YouTube han celebrado hoy en Cannes la eficacia de su herramienta Content ID, con la que han dejado de ser la grieta ilegal por la que se hundían los beneficios de las grandes compañías para convertirse en un medidor del mercado y un arma publicitaria.

Cuando en noviembre de 2007 YouTube anunció la creación de este identificador de contenidos para sus vídeos, que no era sino el equivalente audiovisual de Google Analytics, se alumbró un posible entendimiento entre el negocio y la presencia de vídeos espontáneos que respondían al inicial eslogan de la compañía: "Un escenario para el mundo".

Content ID ofrece desde entonces a las compañías la posibilidad de localizar todos los vídeos que contienen material que les pertenece y eso se traduce en dos vías de utilidad: la de localizar los vídeos filtrados de manera ilegal y la de conocer la recepción en cantidad y distribución geográfica de esas imágenes.
"Trabajamos con cuatro "erres": research (investigación), reach (alcance), rights (derechos) y revenues (beneficios)", resumieron hoy en rueda de prensa el director de convenios estratégicos de la compañía, Anthony Zameczkowski, y el director de la herramienta Content ID, Matt Wiseman, orgullosos por la consagración de su aplicación.

"Hoy en día se suben cada día a YouTube el equivalente a 100 años de duración en vídeos, por lo que esta herramienta es fundamental para todas las empresas con canal en YouTube para poder localizar sus materiales", explicó Wiseman.
El Content ID de YouTube suma más de mil compañías que recurren a este servicio, las cuales acumulan el 33 por ciento del material rentable del portal, que a su vez se ha convertido en la página más buscada después de Google.

Desde el punto de vista del usuario, esta herramienta es la responsable de que en YouTube aparezcan mensajes de vídeos que han sido retirados por un problema de derechos. Parecía imposible, pero YouTube ha hecho las paces con la industria discográfica y audiovisual.
"Es un tema muy complejo, con legislaciones que cambian de país a país", dijo hace un año en este mismo escenario Chad Hurley, cofundador de Youtube, dejando claro que "poco a poco esta manera de consumir televisión se va haciendo más y más sólida, por lo que quizá haya que empezar a asumir que esto forma parte de la revolución digital".

Ahora el discurso de la compañía es diferente: "Les ofrecemos la posibilidad de que sus productos se vean no en una infame calidad que un usuario ha conseguido a través de su ordenador, sino en alta definición y con acceso a tiendas on line para poder rentabilizar su presencia en YouTube", explicó Zameczkowski.

Como ejemplo recurrieron a la formación cómica británica Monty Python, que tras desplomarse las ventas de sus sketches en DVD por culpa de internet, crearon un canal oficial en YouTube y se colocaron el número 2 de ventas en la famosa en Amazon y consiguieron que su tema "Always Look At On The Bright Side of Life", de su filme "La vida de Brian", entrara en las listas de descarga de iTunes.

Como ellos, productores de contenido de cine, música o medios de comunicación se han aliado al portal de vídeos más popular de la red.
"Incluso el Kremlin, la Casa Blanca o el Vaticano han aprovechado el poder de difusión de YouTube", aseguró Wiseman, días después de que la discográfica Warner retomara el contrato -interrumpido en diciembre de 2008- por el cual permite colgar de manera legal los vídeos musicales de sus artistas, entre los cuales están cantantes tan "visuales" como Madonna o Miguel Bosé.

Hurley, en 2008, reconocía que "casi todos los usos que ha recibido YouTube han sido inesperados para los que lo creamos, pero creo que la posición de internet como enemigo de las televisiones está ya superada, porque poco a poco vamos encontrando formas de que todos resultemos beneficiados".
Hoy, Wiseman concluyó: "Definitivamente, YouTube es mucho más que un portal en el que el usuario se divierte viendo perros montando en monopatín". EFE

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