Muchos asistentes -que pagaron hasta 1,500 dólares australianos para verla en el escenario (el precio normal era de 200)- abandonaron el concierto tras escuchar solo tres canciones y se quejaron de la mala organización del show.
“Somos grandes fans de Britney, pero esto es un auténtico asco. Pensaba que ella había vuelto, pero nos ha defraudado”, declaró uno de los asistentes, según la web de la cadena CNN.
Incluso la ministra de Comercio de Australia, Virginia Judge, entró en la polémica. “Es mi obligación hacer que los consumidores sepan exactamente por qué están pagando. Los artistas tienen que ser claros. La gente se está gastando 200 dólares en un directo, no para escuchar una cinta ya grabada”, manifestó la funcionaria.
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