El sida escapa a los tratamientos escondiéndose dentro de las células progenitoras de sangre, y se multiplica después que cesa la terapia, según un artículo que publica la revista Nature Medicine.
Un equipo investigador encabezado por Cathleen Collins, bióloga celular de la Universidad de Michigan, ha descubierto que las células progenitoras que se desarrollan en células del sistema de inmunidad son un depósito importante para el virus.
La infección, señala el artículo, puede persistir a pesar de los tratamientos porque el virus permanece latente adentro de las células, listo para multiplicarse un vez que cesa la terapia.
Estos depósitos de reserva celulares son resistentes a la respuesta de inmunidad del organismo y a la terapia anti retroviral de alta eficacia (conocida por su sigla en inglés HAART), administrada a los pacientes.
Y esto significa que el virus puede atacar a las células blancas, conocidas como linfocitos y que ayudan en la respuesta de inmunidad del cuerpo, después del tratamiento.
"Hay muchos casos en los que los pacientes dejaron de tomar los medicamentos y el virus reapareció", señaló Collins, autora principal del estudio. "No hay forma de suspender totalmente la administración de los medicamentos".
La terapia HAART puede detener la propagación del virus impidiendo que el genoma viral se integre en las nuevas células. Las combinaciones de medicamentos usadas en estos tratamientos no atacan a la célula que hace copias de los virus, pero sí pueden impedir que los virus nuevos infecten más células.
Los investigadores demostraron que el VIH puede atacar las células progenitoras hematopoiéticas, las células que dan origen a todos los elementos celulares de la sangre, y que son una fuente potencial de células usadas para la corrección de varias condiciones patológicas.
Los investigadores tomaron estas células de pacientes sometidos a HAART y que no mostraban trazas detectables de virus por lo menos durante seis meses.
Cuando los investigadores forzaron a las células a diferenciarse en células blancas de la sangre, en el laboratorio, encontraron el genoma del VICH en aproximadamente el 40 por ciento de los participantes.
También tomaron células de la médula espinal de personas sanas y mostraron que el virus mataba algunas de las células, pero en otras células el virus se integraba en el cromosoma celular y no se reproducía. Estas células crecieron como si no estuviesen infectadas por el virus.
Fuente: Rpp
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