La lograda cinemática, el dramatismo en el sonido, las estresantes misiones y la variedad de entornos que propone Call of Duty: Black Ops hacen de este nuevo videojuego una experiencia interactiva de guerra adrenalínica.
El título, desarrollado por el estudio estadounidense Treyarch, está ambientado en la Guerra Fría y su trama argumental dará saltos en el tiempo y en el espacio (de momento se sabe que se luchará en Rusia, Laos y Vietnam) para que el jugador complete las misiones secretas que le son encomendadas.
Uno de los asesores de Treyarch, Josh Olin, ha explicado hoy en una entrevista con Efe que uno de los puntos fuertes de la séptima entrega de esta saga es que el jugador se desplaza a distintos puntos del planeta.
Es la primera vez que un Call of Duty deja al margen la Segunda Guerra Mundial o los conflictos contemporáneos, algo con lo que los desarrolladores pretenden sorprender. El jugador tendrá que atravesar junglas, túneles, entornos urbanos e incluso paisajes nevados que fueron escenarios de la Guerra Fría.
El contexto y la historia diferencian a esta secuela de las anteriores, según Olin, quien no ha querido dar demasiados detalles de la trama al margen de que se compone de operaciones secretas y de que consistirá en una "narrativa compleja". "La historia hace sentirse al jugador como en una montaña rusa", ha sostenido el experto, y para ello se ha puesto especial énfasis en desarrollar personajes creíbles.
El esperado videojuego se sustenta en tres pilares: modalidad individual de campaña, modo multijugador online y modo cooperativo. Más de 250 personas se han dividido en tres equipos para que cada uno de esos pilares se traduzca en experiencias de juego que satisfagan y dejen boquiabierto al jugador.
En el modo individual de campaña el esfuerzo se ha centrado en conseguir realismo, para lo que el estudio de desarrollo ha empleado la misma tecnología de captura de movimiento que James Cameron utilizó para la película Avatar.
En la presentación de niveles que Olin ha llevado a cabo ante la prensa en Madrid se ha podido comprobar que el realismo está logrado. Y lo está gracias a una "intensidad cinemática", que hace que los movimientos sean "fluidos y naturales".
Los desarrolladores tampoco han escatimado a la hora de mostrar detalles sangrientos. En los pocos minutos que duró la presentación, pudo verse cómo el protagonista le vuela la cabeza a un enemigo con un disparo de bala, cómo degüella a un contrincante o cómo se tiñe de sangre un charco en el que se hunde otro enemigo tras ser apuñalado.
La variedad del arsenal que el jugador tiene a su disposición asusta: cuchillos, granadas, TNT, diversas pistolas e incluso un helicóptero que destroza los campamentos enemigos y todo lo que encuentre a su paso.
La rapidez de la acción, el ruido de las batallas y también el sigilo con el que se han de acometer ciertas misiones hacen de Call of Duty: Black Ops una experiencia estresante, algo que debería buscar cualquier videojuego bélico que aspire a ser realista.
El título, que aún no está terminado, saldrá al mercado para Wii, PC, PlayStation 3 y Xbox 360 el 9 de noviembre y más adelante para Nintendo DS. Olin está convencido de que el nuevo videojuego conseguirá superar a su predecesor, el Call of Duty Modern Warfare 2, el título interactivo más vendido de la historia.
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