Los hermanos Cori se negaron a cambiar de nacionalidad


Los campeones mundiales Sub 16 y Sub 14 revelaron que rechazaron ambas propuestas


Jorge Cori está con la cara pintada de blanco. Le falta el rojo para declararse hincha del país. Pero, en el noveno piso de un hotel de la capital, solo lo están maquillando para dar una conferencia de prensa. Nos jura que él no será nunca una cifra más de la estadística de fuga de cerebros, ni un recorte amarillento que imprima en la memoria colectiva la locura de los genios.

“No pienso nacionalizarme por ningún país. Me han ofrecido jugar por España y Argentina, pero no pienso hacerlo. Es un orgullo para mí ser peruano y representar al Perú en los torneos internacionales”.

Jorge —como suele suceder— ya ensaya las respuestas ante la pregunta incompleta. Si nuestro trabajo es cuestionarlo, el suyo es, precisamente, adelantarse. Y más como una verdad de perogrullo antes que una premonición, dice que él es casi el mejor ajedrecista del país.

“Después de Julio Granda tal vez sea el mejor, pero él, a quien más admiro, todavía me gana. ¿Emilio Córdova? A él ya le he ganado, pero no sé, creo que no está en nivel de competencia”, dice el chico justo antes de echarse sobre su cama a ver un programa de lucha libre. Su peleador favorito es Triple H, pero él también tiene sus pequeñas batallas. “Tengo que agradecerle a Emilio porque una vez dijo que el campeonato mundial escolar no valía porque no era de la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez por sus siglas en francés), y eso hizo que me esforzara más para demostrarle que no era así”.

MISS DEYSI
Deysi Cori es buena en lenguaje y le encanta el inglés. Igual que Jorge, cree que su estilo de juego se reforzará en Estados Unidos, pero tampoco quiere dejar de competir por el Perú. “Nos han ofrecido la visa —en el caso de España— y muchas condiciones, pero somos peruanos y vamos a seguir llevando el nombre del Perú en alto”, dice mientras deja secar sus uñas. Su cabello recién laciado brilla con la luz que se cuela de una ventana.

“No esperaba un recibimiento así en el aeropuerto. Quiero agradecer a las personas que nos apoyan, Cementos Lima, el Banco de Comercio, el colegio Saco Oliveros y el alcalde de Villa El Salvador, Jaime Zea”. Acaban los “cherrys” de rigor. ¿Y los laureles deportivos? “Creo que nos los merecemos. Hemos venido esforzándonos mucho. Además soy subcampeona mundial Sub 20”, dice firme.

Al menos el IPD les dará un premio económico y un reconocimiento este lunes. Y seguro el Congreso también los recibirá y hasta quizás el presidente de la República, a quien Jorge le pidió cita. “Antes, había pensado que un mundial escolar no era suficiente, ahora si un mundial no es suficiente para que nos invite a Palacio, pues no sé qué lo sea”.

Ambos se preparan para su reencuentro particular con el Perú: Inca Kolas y arroz chaufa para el almuerzo. Sus padres Jorge Cori Sánchez y Kathy Cori terminan de arreglar los detalles de la conferencia. Ellos son sus mánagers y “fans”. Papá Jorge, incluso, ha aguantado viajes en bus a Colombia por seguir a los chicos.

Los tickets a veces solo llegan para ellos, y otras veces ni eso. “Hemos tenido que mendigar pasajes”, dijo ayer en una de las tantas entrevistas que ha dado. La realidad de los Cori los empuja hacia afuera. Su talento en riesgo debería ser declarado patrimonio intangible de la nación. Que no se vayan nunca.
JORGE Y SU CHIP

¿El ajedrecista cyborg?
El talento de Jorge Cori llamó tanto la atención que alguna vez creyeron que podría tener ayuda electrónica.
Sucedió en Cuba, en el prestigioso torneo Capablanca In Memóriam. Jorge competía con una gorrita y sus resultados eran tan buenos que dos árbitros lo llevaron aparte, le pidieron quitarse la gorra y le revisaron la cabeza. “Justo hoy día me he bañado”, les dijo el pequeño Jorge. “No hay ningún “chip””, dice uno de los árbitros. “Revísalo bien”, dice el otro. Jorge lo tomó con humor y se lo contó tiempo después a su papá. “Pensaron que tenía un “chip”, un micrófono, no sé. Ya no uso gorra cuando juego”.

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