Hoy se celebra en Estados Unidos el Día de Acción de Gracias. En el país del norte, es costumbre que el cuarto jueves del mes de noviembre, las familias se reúnan a la mesa a comer un banquete con pavo y otras delicias, como camotes con marshmellows, papas con salsa de jugo de pavo y pie de pecana.
A raíz de estas fiestas familiares pantagruélicas, la revista Time ha elaborado una lista de los banquetes más famosos de la historia.
La última cena
No tienes que ser muy religioso para saber que se trata de la última comida de Jesús. Quizá sea una de las más representadas en el arte y uno de los 'banquetes' más sombríos de la historia. Cualquier esperanza para los 12 discípulos de que se iba a tratar de una fiesta divertida se vio diluida cuando Jesús, su líder, les anunció que uno de ellos lo traicionaría esa noche.
Los cuadros, obviamente, no son la única manifestación de esta fiesta famosa: en todas las misas del mundo, se conmemora la Última Cena a la hora de la Eucaristía, cuando el sacerdote repite las palabras que supuestamente dijo Cristo: “Esto es mi cuerpo” y “esta es mi sangre”.
Primer Acción de Gracias
Esta celebración se dio entre los peregrinos europeos que llegaron a Norte América y los indios nativos Wampanoag en 1621, los mismos que les enseñaron a los peregrinos a cultivar la tierra y pescar (y que los salvaron del hambre). La intención de los europeos fue una celebración rápida de la cosecha; sin embargo, los indios se les unieron con sus tradicionales celebraciones de la cosecha que duraban tres días, con comida, danzas y juegos.
Los indios comían pescado, mariscos, vegetales y, claro está, pavo. Esa comida formó la base del tratado de paz entre los dos grupos, que duró hasta la guerra del Rey indio Felipe en 1675, en la cual cientos de colonos y miles de nativos murieron.
El banquete del funeral de Rey Midas
La vida del Rey Midas (el monarca que gobernó Frigia –actual Turquía- en el siglo 8 antes de Cristo) está llena de mitos y leyendas. Vamos, es el hombre que convierte en oro todo lo que toca. Pero su muerte representa para los historiadores una mirada al pasado, sobre todo culinario.
Después de excavar su tumba en 1957, los arqueólogos descubrieron los restos de una comida descomunal, que se sospecha fue parte de la fiesta de su funeral.
Se encontraron tres calderos gigantes con capacidad para 125 litros (cada uno) de lo que se cree fue una mezcla de vino e hidromiel y 100 copas de bronce. Esto sugiere que cada invitado tomó al menos 3.5 litros de alcohol. Los científicos y paleobotánicos imaginan que el festín incluyó guiso de abra, cordero al palo y abundantes legumbres y lentejas.
Una fiesta digna de una reina
En 1560, Robert Dudley, conde de Leicester, celebró un enorme banquete en honor a la reina inglesa Isabel I. Él, que se rumoreaba era amante de la reina, mandó preparar 26 pavos y piñas (ambas exóticas delicias traídas de las colonias), 10 ovejas, 6 garzas, 48 patos, 60 huevos, 41 docenas de hogazas de pan y 40 kilos de mantequilla, entre otras cosas, según documentos históricos.
Y, para el postre, el conde le ofreció a la reina tortas y dulces que fueron hechos con 40 kilos de azúcar. Otra fiesta, también hecha por Dudley en honor a la reina, duró 17 días. No hay duda que el tipo sabía entretener.
Festín para el embajador francés en Persia
Cuando el embajador francés visitó Persia en 1672, se le dio la bienvenida con uno de los banquetes más exagerados de la historia de la humanidad. Primero, manteles de oro fueron puestos en el piso, y sobre ellos se sirvieron varios tipos de pan.
Luego se sirvió numerosas vasijas con pilaf (un plato que contiene arroz y carne), junto con jugo de granada y azafrán. Cuatro de las entradas principales tenían 12 aves en el arroz, y otros cuatro incluían un cordero entero para cada uno.
Los platos eran tan pesados que los comensales necesitan ayuda para descargarlos. Según uno de los asistentes, cada plato pesaba aproximadamente 35 kilos y uno solo hubiera bastado para todos los presentes.
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