Resulta que cada primavera el mar que baña las costas de las Islas Feroe en Dinamarca, se tiñe de sangre por un puro acto de salvajismo y crueldad, porque los mozos han encontrado como mejor “deporte” dar muerte a centenares de dóciles y amables delfines calderones
Se trata, por decir lo menos, de una noticia que refleja la crueldad de muchas personas, todo porque la economía de estas islas, por su geografía se basa principalmente en la exportación y uso de la carne de este cetáceo. Pero, desde todo punto de vista es detestable la barbarie y brutalidad con que actúan estos jovenzuelos, contra un animal en peligro de extinción.
Conforme llega la primavera, el mar se tiñe de rojo, pero no por efectos climáticos, sino por la brutal y crueldad con la que los seres humanos, aparentemente civilizados linchan a centenares de inteligentísimos delfines calderones.
No hay forma de parar, porque esta matanza suele ocurrir año tras año en la isla Feroe. Paradójicamente participan principalmente jóvenes, sólo para demostrar que llegaron a la edad adulta, mientras los adultos aplauden desde la orilla.
El “espectáculo” en cada primavera, por lo tanto regularmente nadie falta por no perderse “la diversión” y la participación se hace general ya sea viendo o alentando la matando con el salvajismo que con seguridad la humanidad entera rechaza.
Lo conocedores cuentan, que el Delfín Calderón, como las demás especies de delfines, por su inteligencia suelen aproximarse al hombre, únicamente para interactuar y jugar como gesto de amistad. Sin embargo el salvajismo del hombre hace que sean atacados con tanta bestialidad.
Por su propia composición orgánica, tras ser incrustados con los filudos arpones no mueren al instante, por lo tanto son penetrados una y otra ves con los ganchos, produciendo un desangramiento general, momentos en que los sutiles delfines producen sonidos tan parecidos a los de un bebe llorando.
Entonces igual que un ser humano, sufre, pero sin ninguna respuesta de compasión, hasta que este dócil ser, lentamente se desangra producto de las descomunales heridas hasta batirse y morir ahogado por su propia sangre.
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