"No puedo quitarle el título académico por el que pagué o la buena vida que le di, pero mi corazón no puede soportar que se quede un apartamento que compré para ella y diga a todo el mundo: 'Pesqué un pez gordo y estúpido como Riklis'", confiesa al rotativo el empresario, de 87 años.
"Le compré un bonito reloj con diamantes que valía 10.000 dólares (unos 7.000 euros), un bonito anillo de diamantes que ascendía a unos 40.000 ó 50.000 dólares (entre 28.000 y 35.000 euros)... pero lo más preciado que ella me ha costado es mi corazón. Todas las otras cosas son pequeñas en comparación", agrega.
El multimillonario permitirá, en cambio, a su ayer amada y hoy odiada quedarse con un coche que le regaló.
Riklis reconoce que se sentía "cómodo" en su situación de engaños y escarceos amorosos y que tenía entonces "menos preocupaciones sobre el banco", pero matiza que su "principal preocupación" por aquella época era no perder a su mujer, porque "la quería muchísimo".
La cosa se torció, argumenta, cuando a la amante ocasional "se le subió a la cabeza" tanto obsequio con muchos ceros en la etiqueta y "olvidó de dónde venía".
"Tenía demasiado dinero, dinero de Riklis", sentencia
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