Vicios y virtudes del mundo virtual

Jugar bien puede ser el comienzo del conocimiento y la preparación necesaria para tareas posteriores más complejas. Sin embargo, el hecho de jugar frente a una pantalla, durante horas interminables, divide a entusiastas y detractores de los videojuegos.

En marzo, se inauguró, en Gran Bretaña, la primera clínica privada dedicada a tratar niños adictos a los videojuegos y otras tecnologías. Lo que más llama la atención no es tanto que el Reino Unido se uniera a sitios como Vietnam, Corea del Sur y China, donde miles de niños están recibiendo tratamiento.

Aunque muchos aseguran que jugar videojuegos hace trabajar muchísimo más el cerebro que mirar televisión, otros aseguran que largas horas frente a una pantalla, en una actividad repetitiva, impide la creatividad y fomenta el aislamiento.

Quienes acuden en busca de ayuda para sus hijos afirman que el aislamiento sostenido les hace dejar de lado su vida social y les produce una incapacidad creciente para relacionarse con otras personas.

Incluso, hay quejas de empleadores que afirman que muchos jóvenes que postulan a empleos no pueden trabajar en equipo. Sin embargo, los defensores dicen que hay muchísima colaboración online, como cuando se está estancado en una parte del videojuego se pregunta o habla de eso después en el colegio.

La verdad es que el exceso de todo es malo. Los padres que no quieren que sus hijos pasen dos horas diarias jugando a videojuegos, que no los dejen. Es decir, tener hijos implica tener que cuidarlos y brindarles atención. Con los videojuegos pasa lo mismo, los niños necesitan un aprendizaje. Es mucho más fácil echarle la culpa a los videojuegos que tomar el tiempo necesario para educar a un hijo.

Fuente: BBC

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