Lo inevitable de una historia de amor como Querido John: los ratos de cursilería desbordante, el estereotipo de personajes y el interés en despertar compasión por el soldado estadounidense John Tyree (Channing Tatum). Mientras John se va al Medio Oriente para combatir –después de los atentados del 11-S, se cartea con la chica que conoció durante el verano, Savannah (Amanda Seyfried). Viene el “yo te amo”, “siempre estaré a tu lado”, y cosas así, hasta que lo dramático trunca el asunto.
LÁGRIMAS. Pese a sus limitaciones, el último filme del sueco Lasse Hallström funciona como historia de amor. Por momentos, esa relación a la distancia engancha con dosis de romanticismo trabajado con la ligereza de una publicidad, pero en la que se desliza una ternura que contrarresta la impersonalidad del filme. El esteticismo de la imagen, llena de tonos cálidos –que remite a la atmósfera de los cuentos de la revista Selecciones, y la banda sonora –tal vez lo mejor de la cinta– subrayan la sensiblería de ciertos fragmentos.
Un cuento de aprendizaje sentimental con final feliz. Una forma de hacer cine, con el melodrama de epicentro, que busca entroncar con el gusto popular. A Hallström, artesano de Hollywood, se le recordará por títulos con más carácter, como ¿A quién ama Gilbert Grape?, o por ejercicios más académicos, pero de tratamiento sólido, al estilo de Las reglas de la vida.
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