La mente realiza las combinaciones más asombrosas para crear imágenes que, a veces, nos desvelan o nos envuelven en apacibles visiones de las que no quisiéramos despertar. Pero, ¿cuáles son los mecanismos que funcionan en la realización de estas películas nocturnas y de dónde proceden sus guiones, aparentemente absurdos?
Los sueños tienen su lado oculto y suelen transformarse en premoniciones que nos ayudan a despejar las dudas.
Los sueños premonitorios suelen estar envueltos en un simbolismo difícil de interpretar, puesto que no se refieren a experiencias pasadas. Se trata de mensajes que provienen del inconsciente y que por lo regular nos advierten de peligros o claves importantes para el desarrollo de nuestra personalidad.
Punto de vista científico y filosófico
Quien abrió la brecha más importante en este campo, tras las crisis religiosas y el positivismo del siglo XIX, fue C. G. Jung. Para él, los sueños tenían una importancia terapéutica fundamental. Y de ellos lo que más valoraba era precisamente su carácter premonitorio.
Cita el caso de un conocido suyo, entusiasta del alpinismo, que le contó una vez un sueño que se le repetía insistentemente, en el que experimentaba una sensación de éxtasis al ascender la montaña a alturas cada vez mayores, hasta pisar el vacío. Jung aconsejó al alpinista que llevara siempre consigo dos guías en sus expediciones, y que se dejara conducir por ellos dócilmente. Pero el intrépido soñador se rió de tal consejo diciendo que se trataba de supersticiones, hasta que un día fatal perdió la vida con un compañero, precipitándose en el vacío al realizar una escalada.
Y no son tan sólo la Biblia y Jung quienes hablan de sueños premonitorios, dentro de lo más aceptado de nuestra cultura.
Los sueños en las artes adivinatorias
La razón de la conexión entre los sueños y el futuro es sencilla. Aquellos nos hablan de los contenidos pulsionales inconscientes, de las potencias ocultas, por donde encauzamos nuestras vidas ante el reto de posibilidades que el porvenir nos lanza. Y esa es la voluntad de nuestra existencia individual. Dadas las características biológicas particulares de nuestra estructura biológica, de nuestra cultura y de las experiencias adquiridas, además de otras inclinaciones espirituales, nos encontramos con requerimientos, tendencias y deseos involuntarios que nos llevarían a tomar una serie de decisiones y a ejecutar los actos correspondientes.
Así vamos conduciéndonos por este devenir vital, por el proceso temporal de nuestra edad y forjando el camino que será, inexcusablemente, nuestro y sólo nuestro.
Deseos y esperanzas ocultos
Las artes adivinatorias consisten en una captación de nuestros deseos y esperanzas ocultos. Se requiere sensibilidad y habilidad en la observación de nuestras más mínimas conductas y formas de pensar e imaginar, unido todo a una gran dosis de sentido común o lógica natural. Los videntes, adivinos y profetas, cuando son mínimamente serios, realizan todo este proceso con una gran rapidez, debido al entrenamiento de la intuición a través de su hemisferio cerebral no predominante (el derecho para los diestros).
En el caso de los sueños, se pone rápidamente en conexión el contenido de los mismos con la forma de relatarlos, la apariencia física del sujeto, su manera de vestir, de pensar y los datos biográficos de que se disponga. A todo ello se suele unir también la interpretación realizada por el propio consultante.
Con todo este material se pueden obtener conclusiones muy claras y concretas, ya sea por medio del uso de la intuición (visiones y sentimientos de la vida pasada y futura) o por el análisis racional. La primera forma ha estado relegada a los santos, profetas o adivinos y ha sido puesta en duda en numerosas ocasiones, por la falta de escrúpulos y los engaños de muchos farsantes.
La segunda fórmula es la que, a partir de Freud, se ha asociado al psicoanálisis y se esfuerza en aportar el rigor del método científico. No obstante, el buen psicólogo debe tener capacidades manifiestas tanto en cuanto a la observación y análisis racional como a la captación intuitiva. Y tales cualidades lo convierten, como C. Jung decía, en el moderno gurú occidental.
Los sueños premonitorios suelen estar envueltos en un simbolismo difícil de interpretar, puesto que no se refieren a experiencias pasadas. Se trata de mensajes que provienen del inconsciente y que por lo regular nos advierten de peligros o claves importantes para el desarrollo de nuestra personalidad.
Punto de vista científico y filosófico
Quien abrió la brecha más importante en este campo, tras las crisis religiosas y el positivismo del siglo XIX, fue C. G. Jung. Para él, los sueños tenían una importancia terapéutica fundamental. Y de ellos lo que más valoraba era precisamente su carácter premonitorio.
Cita el caso de un conocido suyo, entusiasta del alpinismo, que le contó una vez un sueño que se le repetía insistentemente, en el que experimentaba una sensación de éxtasis al ascender la montaña a alturas cada vez mayores, hasta pisar el vacío. Jung aconsejó al alpinista que llevara siempre consigo dos guías en sus expediciones, y que se dejara conducir por ellos dócilmente. Pero el intrépido soñador se rió de tal consejo diciendo que se trataba de supersticiones, hasta que un día fatal perdió la vida con un compañero, precipitándose en el vacío al realizar una escalada.
Y no son tan sólo la Biblia y Jung quienes hablan de sueños premonitorios, dentro de lo más aceptado de nuestra cultura.
Los sueños en las artes adivinatorias
La razón de la conexión entre los sueños y el futuro es sencilla. Aquellos nos hablan de los contenidos pulsionales inconscientes, de las potencias ocultas, por donde encauzamos nuestras vidas ante el reto de posibilidades que el porvenir nos lanza. Y esa es la voluntad de nuestra existencia individual. Dadas las características biológicas particulares de nuestra estructura biológica, de nuestra cultura y de las experiencias adquiridas, además de otras inclinaciones espirituales, nos encontramos con requerimientos, tendencias y deseos involuntarios que nos llevarían a tomar una serie de decisiones y a ejecutar los actos correspondientes.
Así vamos conduciéndonos por este devenir vital, por el proceso temporal de nuestra edad y forjando el camino que será, inexcusablemente, nuestro y sólo nuestro.
Deseos y esperanzas ocultos
Las artes adivinatorias consisten en una captación de nuestros deseos y esperanzas ocultos. Se requiere sensibilidad y habilidad en la observación de nuestras más mínimas conductas y formas de pensar e imaginar, unido todo a una gran dosis de sentido común o lógica natural. Los videntes, adivinos y profetas, cuando son mínimamente serios, realizan todo este proceso con una gran rapidez, debido al entrenamiento de la intuición a través de su hemisferio cerebral no predominante (el derecho para los diestros).
En el caso de los sueños, se pone rápidamente en conexión el contenido de los mismos con la forma de relatarlos, la apariencia física del sujeto, su manera de vestir, de pensar y los datos biográficos de que se disponga. A todo ello se suele unir también la interpretación realizada por el propio consultante.
Con todo este material se pueden obtener conclusiones muy claras y concretas, ya sea por medio del uso de la intuición (visiones y sentimientos de la vida pasada y futura) o por el análisis racional. La primera forma ha estado relegada a los santos, profetas o adivinos y ha sido puesta en duda en numerosas ocasiones, por la falta de escrúpulos y los engaños de muchos farsantes.
La segunda fórmula es la que, a partir de Freud, se ha asociado al psicoanálisis y se esfuerza en aportar el rigor del método científico. No obstante, el buen psicólogo debe tener capacidades manifiestas tanto en cuanto a la observación y análisis racional como a la captación intuitiva. Y tales cualidades lo convierten, como C. Jung decía, en el moderno gurú occidental.
1 comentarios:
un favor rincon peruano, hoy a dado en ATV en el noticiero de la noche un reportaje sobre las consecuencias de los Esteroides. Podrian por favor repetirlo o indicarme como lo puedo ver?, Por favor, se los agradeceria mucho. Muchas Gracias. José
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