Por ejemplo, las abejas, son capaces de clasificar objetos similares o de contar pequeñas cantidades.
Los estudios realizados por los investigadores británicos sugieren que los animales mayores necesitan cerebros más grandes, simplemente, porque tienen más cosas que controlar, como músculos o nervios de mayor envergadura.
Pero, a menudo, en estos cerebros mayores no existe una complejidad mayor, sino sólo una repetición de los mismos circuitos neuronales que se pueden encontrar en los cerebros minúsculos.
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