Con siete años a sus espaldas, no cabe duda que la familia Griffin tiene un humor único, pero su creador, Seth McFarlane, tenía algo bajo la manga para sorprender a sus miles de fanáticos: Padre de Familia al modo Disney.
McFarlane eligió este capítulo para dar inicio a su octava temporada y, para hacerlo más interesante, mandó al pequeño de los Griffin a comprobar cómo sería su vida en un universo diferente al que vive. Es así que Stewie y su perro Bryan encuentran un control remoto capaz de transportarlos a diferentes dimensiones.
En un inicio Stewie y Bryan van a una dimensión futurista en la que su hermana Meg se convierte en una auténtica modelo de pasarela, luego pasan a la Edad de Piedra, donde toman la identidad de los Picapiedra e incluso llegan a nuestra dimensión convirtiéndose en seres humanos. Al no gustarles mucho, deciden cambiar y entran al mundo de Disney.
Ahí, Stewie es un niño lindo que desea que le aprieten los cachetes, mientras que su perro Brian se convierte en un can tierno, al más puro estilo de La Dama y el Vagabundo. Al entrar en su nuevo hogar, los espera su madre Lois, muy parecida a Blancanieves pero pelirroja, preparando pye de manzana.
El olor del postre hace que Peter, gordo y con una nariz roja, llegue volando atraído por el aroma y empiece a cantar: “Es un maravilloso día para comer pye”. Durante la canción, aparecen Meg, convertida en una especie de Ursula (la bruja de La Sirenita) y Chris comiendo miel como Winnie The Pooh. Todos bailan y cantan hasta que aparece el vecino judío de los Griffin que convierte el mundo feliz en una carnicería.