El cabezazo
El árbitro Horacio Elizondo estaba de espaldas. Y Zidane ya se la estaba dando a Materazzi, cuando volteó. “Si quieres tanto mi camiseta, te la doy al final del partido”, dijo el capitán francés al italiano, quien no tardó el contragolpe: “prefiero a la puta de tu hermana”. Zidane, que iba retrocediendo, puso el freno y apretó el frenesí ante el insulto. En su último partido con la selección, le estampó un cabezazo al defensa azzurro y dejó a su equipo con diez hombre en la final de Alemania 2006. Mas no fue la única vez que el francés golpeó duro. Ya con la Juventus ensayó puñetazos y usó a jugadores rivales como tapetes.
El pisotón
Era la primera temporada de Hristo Stoichkov en el Barcelona. Aunque fuera del campo siempre se le conoció como caballero, dentro de este mutaba a un jugador pasional, actitud por la que se le recuerda en el equipo español. Pero, a veces, se le pasaba la mano. En la Supercopa de 1990, tras fingir una falta ante el Real Madrid, se acercó al árbitro Urízar Azpitarte, quien discutía con Johan Cruyff al borde de la cancha. Consumido por la derrota ante el clásico rival, le pisó el empeine al réferi. Más tarde, el de negro contaría que se aguantó el dolor y no hizo aspavientos. Pero la marca le quedó para siempre. Desde entonces, se le conoció como Urízar “Alpisarte”. Stoichkov fue suspendido el resto de la temporada.
Diecisiete años después, un programa de televisión los juntó: “Hristo, aún me debes una camiseta por aquel pisotón”, bromeó el árbitro.
La tocadita
Sin duda, uno de los momentos más recordados del fútbol. Fue en el Santiago Bernabeu y los principales testigos fueron las cámaras de televisión que enfocaban la escena.
El “Pibe” Valderrama jugaba por el Valladolid. Michel lo hacía por el Real Madrid. El colombiano esperaba un tiro de esquina en la línea del área chica. El español se pone al lado y primero tintinea sus dedos en el pene del melenudo. El “Pibe”, con las manos en la cintura, baja la cabeza. Michel no cesa en el intento. Esta vez, le agarra todo los genitales y ahí sí el colombiano reacciona, pero sin palabra alguna y con el rostro interrogante. Michel se aleja. Acaba de nacer “La tocada”. ¿Y el árbitro? Fue el último en enterarse.
La manazo
Diego Armando Maradona, antes de que en Argentina se cuestionara su condición de dios, dijo: “ese gol a Inglaterra fue legítimo, porque el árbitro lo validó”. En aquellos cuartos de final de México 86, el que estuvo vestido de negro fue el tunecino Ali Bennaceur, quien fue un espectador privilegiado del considerado el mejor gol de los mundiales, como confesaría años más tarde para la BBC. “Después de ese gol, el segundo ante Inglaterra, me dieron ganas de felicitar a Maradona”, diría Bennaceur, quien confió plenamente en su juez de línea, el búlgaro Bogdan Dotchev, para convalidar la “Mano de Dios”. Dotchev, mucho tiempo después, le seguía enviando cartas, diciéndole que las imágenes de televisión estaban erróneas. Para él, la mano no existió.
Bennaceur no siente remordimiento alguno. Según su autocrítica, fue uno de los mejores partidos que dirigió en su carrera. Es más, tiene la camiseta de Maradona de ese partido en su casa, en una vitrina especial.
El planchazo
El entrenador mexicano Aguirre quiso volver a ser jugador. Pero con la condición de reemplazar la pelota por algún cuerpo del rival. Es la jugada más reciente de esta lista. Hace unos meses México y Panamá se enfrentaron en el segundo encuentro de la Golden Cup en la ciudad de Houston. Corría el minuto 80 y también las patadas, ante la parsimonia del árbitro salvadoreño Joel Aguilar. Era empate a un gol por bando y la pelota salió por la banda. Ricardo Phillips, de Panamá, seguía la jugada y no frenó en el lateral. Fue cuando Javier “Vasco” Aguirre, DT del Tri, levantó la pierna y le puso el pie a la altura de la cadera. Phillips solo supo reaccionar con un empujón.
Aguirre, quien siempre dijo que fue sin intención —“yo fui a la pelota”, dijo, como si fuera un defensa y no el entrenador—, fue suspendido tres encuentros por la Concacaf.
El escupitajo
En Boca Juniors no lo aguantaron más. Jorge el “Chino” Benítez cometió el exabrupto que lo sacó fuera de carrera —el último equipo que dirigió fue el Municipal de Guatemala—. El equipo argentino había sido humillado por el Chivas de Guadalajara en el partido de ida por los cuartos de final de la Libertadores 2005. Ya en la Bombonera, la imposibilidad de remontar el 4 a 0 exasperó el orgullo de los locales y su técnico, Benítez, conjugó toda la impotencia del estadio y sus dirigidos. Mientras Adolfo Bautista era escoltado por los policías a los vestuarios, el “Chino” se acercó y le soltó un escupitajo cargado de bilis. Claro, el árbitro paraguayo Carlos Torres, nunca lo vio.
Ante las pruebas irrefutables de las fotos, Benítez dijo que ese líquido que salía de su boca era un montaje hecho en Photoshop. Bautista nunca le perdonó —le dejó la mano colgando alguna vez— y hasta lo llevó a juicio.
El codazo
En su paso por Argentina, Franco Navarro no solo sufrió la criminal patada de Julián Camino, sino también de un joven José Luis Chilavert. En 1986, en un partido entre San Lorenzo e Independiente, Navarro fue a buscar un centro y nunca encontró la pelota, solo el codo malintencionado del portero. “Fractura del tabique nasal, contusión del maxilar derecho y un estado convulsional por knock out”, fue el diagnóstico del doctor. El árbitro no vio nada, claro.
El dato
Tome todas las precauciones para su seguridad
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