Al principio, el dispositivo biónico se ofrecerá a los centros de rehabilitación para su uso bajo supervisión médica. Se puede ajustar para adaptarse a personas de diferente peso y estatura (de 1,5 a 1,95 metros de altura, siempre con menos de 100 kilos). Funciona con baterías, tiene una autonomía de unas seis horas y emplea una interfaz hombre-máquina con sensores que detectan los gestos que hace el portador para determinar sus intenciones y actuar en consecuencia. De esta forma, mandan información a la unidad de control para que decida cómo se deben doblar las articulaciones. La compañía dice que la velocidad al caminar depende de las condiciones y habilidades de cada paciente, pero incluso se puede alcanzar los 3,2 kilómetros por hora.
La compañía tiene previsto comenzar los ensayos clínicos a principios de 2011. Cada exoesqueleto cuesta unos 100.000 dólares, más o menos, lo que viene a costa una silla de ruedas de alta gama, según informa. Si los resultados son positivos, una versión más desarrollada y, esperemos, más económica se comenzará a comercializar dos años después.
La tecnología puede resultar muy útil para aquellas personas que se han lesionado recientemente y aún conservan la memoria muscular sin que sus músculos se hayan debilitado demasiado. Según sus creadores, el exoesqueleto no solo dará a las personas parapléjicas la posibilidad de mover sus cuerpos y liberarlos de la silla de ruedas, sino que puede ayudarles a prevenir una serie de problemas asociados a estar permanentemente sentados, desde mala circulación a problemas digestivos.
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