Paracas es una maravilla que hay que conocer… o volver a visitar, pues, como su historia, su belleza es infinita, y siempre ofrece sorpresas para todos los que se sumerjan en su territorio.
Paracas tiene mar y desierto, es una de las principales reservas naturales del país y en sus tierras supieron vivir los pobladores de dos de nuestras culturas más importantes: Nasca y Paracas. Es decir, esta tierra es un lujo.
Para ir de la mano con lo que nos ofrece la naturaleza y la historia, nosotros nos alojamos en el Double Tree, uno de los mejores hoteles del lugar.
Desde allí partimos a Cahuachi, el centro ceremonial de los nascas, que significa ‘lugar donde viven los videntes’ y que sorprendió al mundo por sus prendas de tela estampada, hasta entonces no presentes en los nascas. De allí partimos a Tambo Colorado (Humay, Pisco), un asentamiento inca hecho de adobe que asombra por su resistencia al tiempo.
Después de estas excursiones, hay pocas cosas más relajantes que ir a descansar en una de las 124 suites del hotel (todas familiares) o sumergirse en una de sus tres piscinas: la más grande es ‘infinita’, pues da la sensación de estar integrada con el mar.
El spa, con su piscoterapia y tratamientos ‘rituales’ también impresionan. Y si va con familia, El club del pingüino Paco tiene decenas de actividades para sus hijos. Solo le quedará ser feliz.
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